EFEMERIDES 25 FEB 1866

EDUARDO CHAO Y LA PESCA
 
 
"Don Eduardo Chao da a la estampa un folleto, recogiendo dos largos artículos que había publicado a principios de año en el periódico vigués "El Miño", bajo el título de "La ostricultura en Galicia. Creación de una riqueza millonaria".
 
Comienza diciendo:
--¡Una riqueza millonaria!
--Sí, admirado lector; una riqueza millonaria, repartida entre esos doce mil bravos y sufridos marineros de nuestra costa, que viven bajosamente de la más azarosa de las industrias, la pesca; entre esas pobres familias que tantas veces, cuando niño, he visto retirarse tristemente de la playa ante una sacada vacía.

"Pronto hará dos años que, habiendo pasado en Vigo algunos días, supe que el afamado criadero natural de ostras de San Payo estaba casi agotada; a tal punto que valía a 20 reales el ciento, que en otros tiempos se vendía a seis cuartos. Pues si esto suceda ahora, dije, ¿qué será cuando el ferrocarril, extendiendo a las Castillas su consumo, excite la codicia del especulador y estimule al siempre necesitado? Recordé entonces los criaderos artificiales que años atrás había visto de paso, como simple curioso, en Inglaterra y en Italia, y concebí la idea de estudiar detenidamente esta nueva industria; cuyos resultados, casi fabulosos, conocía sólo por los informes de algunas revistas científicas, para llamar sobre ella, si me convencía de su verdad, la atención de mis paisanos".

Y, en efecto, aquel espíritu atento a toda novedad científica de orden económico, abierto a toda inquietud espiritual, estudia, para beneficio ajeno -pues él no era hombre de empresa- la biología de la ostra y los varios sistemas de explotación industrial, en países más preocupados que el nuestro por arrancar de la naturaleza sus máximos beneficios. Al propio tiempo, da un aldabonazo de atención, en torno a los peligros de la extracción masiva de las riquezas del mar y -con visión profética- plantea el cuadro de la escasez de algunas especies, que en nuestros días palpamos. Pero, en cambio, no fue profeta al propugnar la explotación industrial ostrícola, en criaderos artificiales, pues nadie escuchó su voz, avalada incluso por el testimonio histórico: "Sabedlo, pues, espíritus desconfiados -decía Eduardo Chao-: la cría de la ostra se hacía ya, bien que empíricamente, a principios de nuestra era cristiana, es decir, 1800 años ha, en Italia, según el testimonio del naturalista Plinio. Él nos refiere que un caballero romano, llamado Sergio Orata, se enriqueció con un criadero que formó en el lago Lucrinio, que es el Averno de los poetas. Si váis hoy a las riberas del Fusaro, lago salado de cerca de una legua de circunferencia, situado en las inmediaciones del cabio Miseno, y que Virgilio poetizó bajo el nombre de Aqueronte, encontraréis procedimientos en la esencia iguales a los que ahora ha deducido y formulado la ciencia".

Encanta comprobar que la poesía no está reñida con nada. Ni siquiera con las ostras, ese ser, por lo visto, tan aburrido y, por lo gustado, tan sabroso. Pero a don Eduardo Chao no le hicieron caso; el crustáceo en cuestión continuó aburriéndose, abandonado a su suerte, en nuestras rías, y solamente ahora, al cabo de casi un siglo, se inicia tímidamente una explotación ostrícola racional, tras el fabuloso -es palabra de Chao- ejemplo del mejillón. Bien harán nuestros Virgilios en poetizar con nombres líricos la fecunda generosidad de nuestras rías y ensenadas, de paso que los hombres de acción aprenden a aprovechar la coyuntura, creando una nueva riqueza millonaria. Porque ostras con sonetos hacen un menú cabal. Sépanlo aquéllos que piden menos lírica y más pinos. Virgilio y el lago Aqueronte vienen en nuestra ayuda hoy".
 
Xosé María Álvarez Blázquez. "La Ciudad y los Días. Calendario Histórico de Vigo"
 

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