OPINION
En 1979 se produjeron las primeras elecciones municipales democráticas
después de la dictadura de Franco. En estos 36 años el PP vigués gobernó en dos
ocasiones, con Manuel Perez, mayoría absoluta en el período 95-99 y con mayoría
simple con Corina Porro en el 2003-2017. Es decir 7 años en un total de 36.
Las restantes elecciones municipales fueron vencidas por el PSOE, salvo
la etapa del BNG (1999-2003). Digamos pues que la trayectoria del Partido
Popular en Vigo no ha sido como para echar cohetes.
Ayer se llevaron a cabo unas nuevas elecciones para elegir concejales de
los ayuntamientos de toda España. En Vigo los resultados fueron: PSOE-17, PP-7.
MAREA DE VIGO-3. Nunca en nuestra ciudad se había producido una victoria tan
holgada de un partido, el PSOE y una derrota tan marcada del PP.
Podemos decir que el tsunami que le ha pasado por encima al Partido
Popular ha sido fruto de 36 años de tarea concienzuda y machacona del partido
con la ciudad olívica. Durante estos años no hubo ocasión en que los populares
no aprovecharan para ningunear, despreciar y reírse de la mayor ciudad de
Galicia.
Ha sido una tarea realizada con eficiencia germana por parte de las
élites políticas del eje Santiago-Coruña, que siempre han visto a la ciudad
viguesa como la cenicienta gallega a la que se le podía enviar a limpiar los
platos y fregar los suelos sin el más mínimo reparo.
Ayer en las citadas elecciones la respuesta a esas décadas de odio a todo
lo vigués tuvo la merecida respuesta en los resultados de nuestra ciudad,
poniendo a los populares en el lugar para el que han hecho méritos durante
años.
En la comparecencia del presidente de la Xunta de ayer a última hora se
podía ver a al Sr. Núñez absolutamente descompuesto con problemas de sequedad
de boca, mencionando en su gallego
normativizado, que su partido había ganado las elecciones en Galicia. Nunca se
había visto a un político que mostrara tanta distancia entre su discurso y su
acompañamiento gestual.
Anoche el político vencedor Abel Caballero no lo mencionó, pero en su
interior no dejaba de darle las gracias al Sr. Núñez por su inconmensurable ayuda.
Fernando T. Carbajo
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