LA ALTA SOCIEDAD SE VA A LA HIPICA

EL VIGO QUE FUE


«Lo más saliente de esta fiesta fue el brillantísimo aspecto que ofrecían los palcos», explicaba Jaime Solá, en agosto de 1910, para referirse al primer concurso hípico que acogió la ciudad de Vigo. La moda se había iniciado en Madrid, pasando posteriormente a otras ciudades, como el San Sebastián veraniego. A Coruña y Santiago habían iniciado sus concursos en 1905 y 1909, respectivamente.
 
 

 
 
«Se dieron cita allí las familias más distinguidas de la provincia de Pontevedra. El lujo, un lujo deslumbrador, predominaba en las indumentarias de nuestras damas gallegas», describía el director de Vida Gallega.
 
El campeonato se desarrolló entre el 13 y el 15 de agosto en el campo de Coia, que estaba situado frente a donde hoy en día se sitúan los astilleros de Barreras.
 
La mayor parte de los jinetes participantes eran miembros del Ejército, pertenecientes a regimientos montados. Mientras se realizaban las distintas pruebas, los espectadores, vestidos de forma elegante, se relacionaban entre ellos, en muchos casos incluso ajenos a las maniobras de los jinetes. La prueba inaugural fue ganada por Eusebio Apat, del regimiento de Almansa, quien se embolsó quinientas pesetas. En la modalidad de recorrido de caza el vencedor fue Luis Moreno, del regimiento Alfonso XII, a quien le fueron entregadas mil quinientas pesetas.
 
 

 
 
«Están distraídos en Vigo, saboreando un programa de fiestas espléndidas en las cuales no ha faltado la banda de Madrid ni los atrayentes concursos hípicos. Se anunciaron los festejos en una aparatosa comitiva que abrían varios heraldos a caballo seguidos de músicos, carrozas y cortejos elegantes», escribía un periodista del Diario de Pontevedra, que se quejaba del programa de las fiestas de la Peregrina, comparándolas con el de Vigo.
 
Pacheco y la viuda de Prósperi, recientemente asociados en un mismo estudio de fotografía, se encargaron de dejar constancia de aquel primer concurso hípico vivido en la ciudad. En sus imágenes se puede ver a un joven arquitecto Palacios, tomándose una cerveza junto a un grupo de amigos. O a los niños de la sociedad viguesa más poderosa, ellas vestidas de blanco, con pamelas y lazos, y ellos, en pantalón corto, con pajaritas y sombreros.
 
Los concursos se prolongaron durante toda la jornada del 13 de agosto de 1910, ya que el mismo escenario de las pruebas hípicas fue, al día siguiente, empleado para un concierto de pago de la Banda Municipal de Música de Madrid. «Pontevedra envió un tren extraordinario con más de 700 personas», señala el periodista de Vida Gallega. «La banda satisfizo las expectativas que despertaba», concluyó la revista. El repertorio fue variado e incluyó desde la Alborada, de Veiga, hasta Los maestros cantores, de Wagner. La presencia de la banda madrileña se completó con un concierto de carácter gratuito celebrado en el campo de Granada, donde actualmente se abre la praza do Rei. Mil doscientas personas, calcula Jaima Solá, que acudieron a aquella demostración musical. Los melómanos todavía pudieron acudir al concurso de bandas de música, en el que participaron las formaciones de Vilagarcía, Ribadavia, Cangas y San Pedro de Sárdoma. La primera de estas bandas, dirigida por Rubianes, fue la ganadora del concurso.
 
Jorge Lamas. La Voz de Galicia
 

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