LA GRIPE ESPAÑOLA DE 1918

EL VIGO QUE FUE


La pandemia más mortífera de la historia mató a más de 600 vigueses.
    

Dejó en todo el mundo unos 20 millones de muertos, cifra que algunos elevan a 40 e, incluso, hasta 100 millones. En tan solo unos meses, redujo en diez años la esperanza de vida en los países desarrollados. Y, a diferencia de los brotes habituales cada invierno, se cebó en la gente joven, que fallecían entre 3 y 5 días después de los primeros síntomas, víctimas de una «tormenta de citocinas», un shock del sistema inmunitario.
 
En Vigo, hubo más de seiscientos muertos, que llegaron a colapsar los cementerios en el otoño de 1918. En el mes de junio existía ya cierto clima de psicosis ante la inminente llegada de la enfermedad. En las noticias de los diarios, podía leerse como avanzaba desde Barcelona y Madrid, ciudad a ciudad, sin remedio.
 
El laboratorio municipal tomó medidas cautelares ya en el verano, con una exhaustiva desinfección de locales públicos, como escuelas, iglesias, teatros e incluso prostíbulos en el barrio de A Ferrería. Pero esta actuación y las sucesivas recomendaciones de higiene no sirvieron de nada: en septiembre ya había en Vigo 53 personas hospitalizadas por la gripe. Y en octubre se desencadenaría la más terrible crisis sanitaria.
 
A lo largo del mes, el Ayuntamiento ordena la desinfección diaria de cafés, hoteles, templos y vehículos de viajeros. El 12 de octubre, se prohíbe totalmente la celebración de espectáculos de ningún género, así como las reuniones en los cementerios, ni siquiera para honrar a los muertos. El 16 de octubre, el laboratorio municipal dicta la desinfección diaria de la correspondencia que llega al servicio de Correos. También se obliga al cierre de todos los bares y cafés de la ciudad. Y una orden del 17 de octubre de 1918 establece que se vete el acceso a los tranvías a personas que aparenten tener fiebre.
 
Los muertos se cuentan por decenas todos los días. Y la gripe española no distinguirá edades, como tampoco clases sociales. El 8 de octubre muere a los 35 años de edad, víctima del virus, el marqués de Mos y Valladares, Fernando Quiñones de León, en el mismo pazo de Castrelos.
 
Entre otras medidas el ayuntamiento llegará a cerrar determinadas fuentes de la ciudad, además de instalar un puesto de servicio sanitario en la estación de ferrocarril. El Hospital Elduayen se refuerza con personal religioso, mientras se extienden vales a los menesterosos para medicinas, leche, caldo, camas, ropa de cama, etc..
 
En el momento álgido de la gripe española, la ciudad llega a organizar una suscripción popular para obtener fondos contra la enfermedad, que apoyarán entre otros la sociedad Recreo-Liceo y el Real Club Fortuna, que organiza un partido benéfico en su campo de Bouzas, con el que recaudará la cantidad de 37.193 pesetas.
 
A partir de mediados de noviembre la enfermedad irá cediendo hasta quedar totalmente controlada a finales de mes. Pero el otoño de 1918 quedará como el más mortífero en la historia de Vigo. Más de seiscientos vecinos perecieron en el plazo de unas pocas semanas, víctimas de la llamada Dama Española.
 
Eduardo Rolland. La Voz de galicia
 
 

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