OPINION
Reconozco que en los últimos meses el presidente del Real Club
Celta me tiene absolutamente despistado. Parece que un alien se hubiera
apoderado de él y ahora fuera otra persona.
Desde que ya hace unas fechas el máximo mandatario celeste mencionara
que un grupo asiático estaba interesado en la compra del club, no ha
dejado de contradecirse, de dar palos de ciego incluyendo su
enfrentamiento contra el Concello y su alcalde, mal enemigo por cierto.
Si hoy acudimos a la web del club podemos leer: "el Celta no se ha
vendido y no ha iniciado ninguna operación de venta, se han recibido
ofertas pero ninguna desde Vigo o Galicia. Este proyecto pertenece a
Vigo y su futuro debe estar siempre vinculado a la cuidad".
Pero D. Carlos ha reconocido que un grupo extranjero interesado en la
compra del club ya había aportado un aval con una cantidad por encima
del precio de mercado, según noticia publicada en VIGOè. Suponemos que si alguien aporta un aval quiere decir que las negociaciones de venta ya están bastante avanzadas.
Continúa el escrito del club diciendo que el Celta, sin la propiedad
del estadio, "no puede competir en ingresos con el resto de clubs por lo
que no estará en las mismas condiciones". Que sepamos la mitad de los
clubs de la liga Santander juegan en estadios municipales desde hace
muchos años.
E item más, la idea de la compra del estadio se le debió ocurrir en
las últimas fechas, porque si no tendría que haberlo dicho cuando se
iniciaron las obras de Balaídos hace un año y unos meses. ¿Para qué
recibir dinero público del Concello y Diputación si piensas adquirir el
estadio poco tiempo después? Lo sensato sería primero comprarlo y luego
acondicionarlo a tu gusto y con financiación propia.
En cuanto al precio del estadio, suponiendo que su venta fuera
posible, el señor Mouriño habló de 30 M€, es decir lo que costará
aproximadamente la reforma del mismo. Hábil negociador nos ha salido el
dirigente céltico.
En fin, desde esta tribuna creemos que si Carlos Mouriño termina
vendiendo el club esto sólo sería una cortina de humo para justificar su
venta y si no lo hace nadie entendería este interés por pegarse un tiro
en el pie.
La única forma de comprender este embrollo es la posibilidad de que
los asiáticos le exigieran la propiedad del estadio para poder cerrar la
operación. Si no es así esto no hay quien lo entienda.
Fernando Torres Carbajo
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